A mi hija...

10.09.2021 19:00

Esta es la nota que escribí para mi hija Agustina, antes de que naciera en 1997.

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En tu casita habitaste cada día de esos largos e interminables meses de soledad, una soledad que siempre tuvo la presencia de quienes te queríamos tanto como te ansiábamos.

Contemplaste en silencio el sombrío mundo interior de tu madre, colgando graciosamente de un cordón repleto de vida, que te unió desde el primer día, al maravilloso ser que fue celoso custodio de tu crecimiento y desarrollo.

Cada semana de tu joven existencia, nos marcaba el camino a la felicidad, siguiendo una senda adornada con besos y bordes de caricias; con la ternura como guía, nos llevaste por ese imaginario recorrido, a querernos y a quererte cada día un poquito mas.

Una simple rosa, fue la humilde encargada de recordar un íntimo y loco aniversario en lo mas profundo de nuestros corazones. El quinto día de cada mes fue el especial homenajeado, recordando aquel quinto día de Agosto en que nos llegó la maravillosa noticia de que el sueño de tu esperada presencia, ya era una hermosa realidad.

Cada dolor de tu madre, fue una dulce lágrima que llenó de ansiedad mi descontrolado corazón, un corazón que lloraba en silencio las reprimidas ganas de tenerte entre mis brazos.

Cada frágil latido de tu pequeño corazoncito, fue el pedacito de alivio que necesitaba para saber que, a pesar de no poder verte ni abrazarte, ya estabas entre nosotros.

Cada figura que no entendí en la pantalla del ecógrafo, dio vuelo a mi imaginación, para crear en mi mente, una hermosa realidad que mis ojos no lograban visualizar.

Cada caricia al vientre de tu madre parecía calmarte, llenándome de paz y logrando una maravillosa sensación fraternal que nos unió desde tus primeras horas de vida, creando un lazo irrompible que llegará intacto hasta la eternidad del tiempo. Un mágico lazo que nos mantendrá unidos en el infinito brillo de una estrella, esa misma estrella que se volverá única en la inmensidad de la noche, cuando te haga sentir que donde te encuentres, mi corazón, mi alma y mi ser, siempre estarán contigo.

Te amo desde que eras una tímida idea que vagaba irresponsablemente en nuestros sentimientos mas puros y nuestros sueños mas anhelados. Te llevo dentro mío, desde ese primer borrador dibujado en las hojas de un deseo, con pinceladas de amor y trazos de esperanza.

Te imagino y te reconozco como principal protagonista de un íntimo sueño que madura día a día en la silueta de tu madre, con la humilde ilusión de cumplirlo el día que te acune en mis brazos, y con el pasar del tiempo, explote de alegría mi corazón, cuando escuche tu voz diciendo por primera vez “papá”.

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