AJUSTE DE CUENTAS

08.08.2019 20:29

 

Era un día como tantos; Sofía Espinosa disfrutaba en el fondo de su casa, de una mañana de primavera que se sentía y se veía realmente hermosa. El sol entregaba un tímido pero agradable calor, que acompañaba una suave brisa apenas perceptible, pero que la obligaba a cubrirse con un delicado saquito de hilo color beige que su esposo le había regalado en su último aniversario.
Milagros, su pequeña hija de apenas 8 meses, descansaba en sus brazos inmersa en un profundo sueño luego de haber recibido el dulce néctar del pecho de su madre.
Su esposo Sergio Perdomo, regresaba de la cocina luego de preparar el clásico mate mañanero, ese que tiene un sabor especial, el que lo ayudaba a encarar la pesada jornada laboral que le esperabaa cada día en la fábrica de partes automotrices.
Pero esa mañana no sería como tantas otras; el destino les tenía preparada una sorpresa que cambiaría dramáticamente el resto de sus vidas.
Todo comenzó con una serie de detonaciones que parecían provenir de la calle que pasaba por los fondos de la casa; al principio Sergio pensó que se trataba de cohetes, de los que se utilizan en navidad o año nuevo y no les dio mayor importancia, lo único que le molestaba era que aquel ruido estruendoso, pudiera despertar a su pequeña hija.
En medio de aquel escándalo, un sonido casi imperceptible llamó la atención de Sergio; inmediatamente giró hacia donde estaba su familia y vio el asombro y la desesperación en los ojos de su esposa Sofía. No entendía porqué ella, inmersa en un silencio aterrador, le entregaba a su hija Milagros. El mate y el termo, cayeron de sus manos - Qué te pasa?... - Preguntó angustiado.
Cuando tomó a la niña en brazos, observó como el beige del saquito de Sofía, poco a poco se teñía de un intenso color rojo. Ella se desploma en silencio; él no pudo ayudarla, la pequeña Milagros ocupaba sus brazos - NO!!!... - Gritó impotente y desesperado.
Deja a la niña en el cochecito, se arrodilla y toma a Sofía en sus brazos. De sus ojos brotan lágrimas al darse cuenta lo que sucedía. Una bala perdida había atravesado el pecho de su mujer, a pocos centímetros de donde tenía apoyada la cabeza de la pequeña Milagros.
 

Ese mismo día, unas horas antes…

- Voy a matar a ese hijo de puta… - Gritaba Bryan delante del televisor.
El informativo central de canal 10, estaba dando como primicia la aparición de dos cadáveres calcinados, encontrados dentro de un auto incendiado en el barrio Caraballo. Bryan de inmediato reconoció el vehículo y supo que se trataba de dos de sus hombres.
Bryan Lorietto, era un joven delincuente que había crecido en el barrio Caraballo, un lugar marginal y muy peligroso, ubicado en la zona suburbana de las afueras de la ciudad de Montevideo, Capital de la República Oriental del Uruguay.
A los 11 años cometió su primer delito grave, rapiñó una panadería del barrio Buceo. Durante el hecho, lastimó a la cajera del comercio, al aplicarle un golpe con la culata del arma que llevaba y utilizó para el robo. La mujer fue hospitalizada, perdió varias piezas dentales y recibió 8 puntos en su cara, donde le quedó una cicatriz que le recordaría de por vida, su encuentro con aquel criminal.
Reconocido a través de las cámaras de seguridad del local, pocos días después fue atrapado en una de las tantas redadas que parcticamente a diario, la policía hacía en el barrio Caraballo.
Para Bryan, este primer delito le significó su ingreso al sistema de anotaciones de la policía, una especie de registro que el poder judicial llevaba sobre los delitos cometidos por menores de 18 años. Esa rapiña lo condenó a ser internado en el INAU (Instituto Nacional del Adolescente del Uruguay), lugar de dónde se fugó pocos días después de ser apresado.
Durante los siguientes años, Bryan Lorietto llegó a ser un delincuente conocido en el ambiente, con 20 anotaciones en el INAU como menor y después de cumplir los 18 años, procesado 2 veces con prisión. Por estos últimos delitos, Bryan había cumplido condenas en el COMCAR y en la cárcel departamental de Maldonado.
En la actualidad, con 27 años, Bryan Lorietto lideraba la banda autodenominada como “los demonios del Cara”, nombre que tomaron del barrio (Caraballo) donde centralizaban todas sus actividades delictivas.
Desde ese lugar manejaba una importante red de distribución de drogas con mas de 80 bocas de venta en todo el país; esta era la principal fuente de ingresos de su organización, pero no la única, también asaltaban bancos, volaban cajeros automáticos y tenían una red de sicarios que se encargaban de “desaparecer” problemas. 
Desde hacía un tiempo, “los demonios del Cara” tenían una banda rival que pretendía arrebatarles parte de su negocio, “Las águilas blancas”.
Este grupo estaba liderado por un chico llamado Ulises Ferreira, otro delincuente con años de condena en su haber. “Las águilas blancas” estaban intentando apoderarse de un lugar en el barrio Caraballo, al que llamaban “El monumental”, pero esa era una zona que manejaba Bryan con sus demonios y no pensaban cederla a nadie.
Esta disputa provocó enfrentamientos sangrientos entre las dos bandas; en uno de ellos, resultó muerto Guillermo Ferreira, hermano menor de Ulises. En venganza, el jefe de “las águilas blancas” secuestró y mató a dos integrantes de “los demonios del Cara”; pocos días después, los cuerpos fueron encontrados con un disparo en la cabeza, calcinados dentro de un vehículo.
Bryan se levantó furiosos y tiró el televisor - Quiero que encuentren a esa rata de Ulises… - Ordenó a sus hombres luego de ver la noticia en televisión.
Cuando salen a la calle a cumplir la orden de su líder, una lluvia de balas los recibe y los obliga a retroceder. De alguna forma, “Las águilas blancas” habían descubierto el lugar dónde ”los demonios del Cara” tenían su centro de operaciones - Qué está pasando? - Pregunta Bryan al escuchar las detonaciones.
Uno de sus hombres entra muy alterado - Son las águilas, nos están atacando…
Ulises no se había conformado con el asesinato de los dos hombres de Bryan, quería vengar la muerte de su hermano, matando el mismo al propio Bryan y terminar de una vez por todas con el enfrentamiento, haciendo desaparecer a “los demonios del Cara”; si lo lograba, esto además le daría el control total de la zona mas preciada del barrio, el Monumental.
Antes de asesinar a los hombres de Bryan, los había torturado hasta sacarles la información que necesitaba para sus planes, el lugar dónde se encontraba el cuartel general de la banda enemiga.
Cuando Bryan ecibe el aviso del ataque, toma la 9 milímetros que tenía sobre la mesa y la esconde en su cintura, luego saca de un armario una sub ametralladora Guzzi y corre a la entrada con sus hombres - Malditos hijos de puta…
La confrontación duró poco mas de 15 minutos, las sirenas de la policía obligaron a que “las águilas blancas” huyeran sin concretar su plan; suben a la camioneta en la que llegaron y se alejan segundos antes de la llegada del primer móvil policial.
“Los demonios del Cara” también desaparecen; cuando llega la policía, no queda nada mas que una gran cantidad de casquillos de proyectiles, agujeros de balas en las paredes, vidrios rotos en los edificios y algunas manchas de sangre en la calle.
A pocos metros, en la casa de Sergio, la sirena de una ambulancia se confunde con las de los patrulleros que seguían llegando al lugar del enfrentamiento; Sofía es atendida por el médico quien de inmediato se da cuenta que la joven mujer había recibido un disparo de arma de fuego.
Es trasladada en estado crítico al hospital Policial, donde pocas horas después, fallece; según el médico que la atendió, Sofía murió por una hemorragia masiva provocada por una herida de bala en el hemitórax izquierdo, sin orificio de salida; para su esposo y familia, Sofía murió al recibir en su pecho, el impacto de una bala pérdida.


4 meses después…

José Bonino, Ministro del Interior, convoca una conferencia de prensa para dar a conocer las cifras de los delitos ocurridos durante el último trimestre.
Cuando comienza a dar los datos a los diferentes medios de prensa presentes en el salón, anuncia que las rapiñas habían bajado un 20%, pero que en cambio, los asesinatos habían aumentado un 5%. De inmediato, el Ministro Bonino justificaba este incremento a una nueva y violenta modalidad de crímenes cometidos entre bandas rivales, tratando de obtener la explotación de los mejores lugares para la distribución de su droga. A este tipo de asesinatos, el Ministerio del Interior los catalogaba como “ajuste de cuentas”.
Comienza la ronda de preguntas y el periodista de uno de los principales informativos televisivos pregunta - Ministro, a qué se refiere cuando dice que el aumento de asesinatos se debe a lo que usted llama “ajuste de cuentas”?...
- Muy simple caballero, esto es una guerra entre bandas de narcotraficantes…
El periodista replica diciendo - Me llegó la información de que los asesinatos de los integrantes de las bandas del barrio Caraballo, fueron cometidos por un mismo hombre, una especie de “justiciero”, que puede decirnos sobre eso?... - El Ministro, visiblemente molesto, se levantó, dijo que no haría mas declaraciones y se retiró cortando abruptamente la conferencia.
Bonino llega a su despacho acompañado por su secretario - Cómo consiguió la información ese pelotudo… - Le dice refiriéndose al periodista que le había hecho la última pregunta - Se supone que no debía llegar a los medios… - El secretario intenta calmarlo, pero Bonino seguía molesto por haberse filtrado esa información.
En los últimos meses, diez integrantes de las dos bandas mas peligrosas del barrio Caraballo, “los demonios del Cara” y “las águilas blancas”, había sido encontrados muertos.
Según las pericias realizadas en los cuerpos, esos crímenes tenían varias cosas en común: la causa de muerte: a todos les rompieron el cuello con un golpe en la base del cráneo; todos tenían una herida de bala en el pecho, provocada por un disparo efectuado post morten; y lo mas extraño, en todos los cuerpos se había encontrado la impresión de una imagen: la justicia, una dama con los ojos vendados, con una balanza en una mano y una espada en la otra.
Estos detalles daban la certeza de que los diez asesinatos fueron cometidos por la misma persona, aparentemente alguien que no pertenecía a ninguna de las dos bandas del barrio Caraballo.
A pesar de ser datos importantes para esclarecer la muerte de esos críminales, el Ministro Bonino decidió mantenerlos en reserva; para él, lo importante era que alguien estaba terminando con los delincuentes y eso sería útil para mejorar su imagen política, desde hacía un tiempo bastante deteriorada, por el aumento de los delitos y la poca eficacia de su gestión para contrarrestarlos.
En ese momento, el secretario de Bonino recibe una llamada a su celular - Si, si…, está bien, enseguida le informo… - Dice antes de cortar la comunicación.
De inmediato le informa que desde la jefatura de policía, informaban que en el barrio Caraballo habían encontrado dos nuevos cuerpos, asesinados de la misma forma y con las mismas caracteristicas que los diez anteriores.


4 meses antes…

Sergio vuelve del sepelio de Sofía con su pequeña hija Milagros en brazos. En su casa, el vacío parecía ocupar cada rincón y la dolorosa ausencia de su mujer se hacía sentir.
Luego de alimentar a la pequeña Milagros, Sergio se sienta a esperar la llegada de su madre Silvia, abuela de Milagros; ella cuidaría de la niña mientras él intentaba continuar con una vida que sin dudas, nunca volvería a ser la misma.
Esa noche, Sergio vuelve del trabajo y Milagros dormía; luego de que Silvia se despide hasta el otro día, se sienta y prende el televisor. Todos los noticieros de los diferentes canales, pasaban la noticia de la balacera ocurrida días antes en el barrio Caraballo. Las declaraciones del Ministro en conferencia de prensa, indicaban que luego de la investigación, se había llegado a una lamentable conclusión - La muerte de esta joven madre en el jardín de su casa, se debió a una bala perdida del enfrentamiento armado entre estas dos bandas de narcotraficantes… - Luego de esta declaración, el Ministro de retira sin permitir preguntas de los medios de prensa.
Sergio, indignado está a punto de romper el televisor, cuando un momento de cordura lo detiene; piensa en su hija que dormía en la otra habitación y se tranquiliza. Enterarse por un noticiero de que esposa estaba muerta por una disputa entre narcotraficantes, era demasiado fuerte para él; sabía que por esa injusta situación, Milagros crecería sin la presencia de su madre.
Fue a la habitación donde estaba durmiendo su hija, se acercó a la cuna y con lágrimas en los ojos le dijo - No voy a dejar que esos criminales queden impunes, te lo prometo…
A partir de ese momento, Sergio comenzó a planificar la forma en que los responsables de la muerte de su amada Sofía, iban a recibir el castigo que merecían; no se detendría hasta vengar la muerte de esposa.

FIN