EL DIA DE LOS 7 MUERTOS
Era un Abril algo lluvioso para la época; como todas las mañanas, Fernando se despierta sobresaltado por el sonido del celular anunciando el comienzo de una nueva jornada.
Vestirse semi dormido era todo un arte; un desayuno apurado y la salida para el Sanatorio. El auto que otra vez no arranca, la clásica calentura por los años del pobre Escort y la puteada infaltable de cada mañana antes de encarar la caminata al trabajo. Los auriculares, que debía acomodar una y otra vez porque nunca se quedaban en sus orejas, lo acompañaban en el trayecto de unos 20 minutos hasta un trabajo que, en poco tiempo, cumpliría 34 años de incansable dedicación.
Fernando Bouzas, un hombre de 60 años, casado y con 5 hijos, era sub-jefe de Admisión de Pacientes en SERME, una importante Institución de asistencia médica de Montevideo, Capital de Uruguay. A lo largo de tantos años, había escuchado y sido testigo de muchos hechos que alimentaban las anécdotas infaltables en cada encuentro de camaradería que organizaba su sector.
Esa mañana parecía ser como tantas otras, pero los hechos que estaban a punto de suceder, iban a cambiar para siempre la vida de Fernando. Al llegar, el primer inconveniente, Graciela no venía a trabajar; la gripe que arrastraba desde hacía varios días la doblegó y no tuvo otra alternativa que quedarse en su casa. Un funcionario menos no era algo grave, pero complicaba el turno.
Como siempre, el Sanatorio estaba lleno; desde la quiebra por mala administración de SAPAMI (servicio mutual que por mas de 5 décadas fue casi exclusivo para la atención de la alta sociedad Uruguaya), se había fusionado con el SERME, no solo el nivel de asistencia se había deteriorado notoriamente, sus afiliados se multiplicaron hasta llegar a una cifra para la que el Sanatorio no estaba preparado, por lo que la falta de camas para la internación era algo habitual. Era un hecho que cada jornada se complicara para la gente de Admisión, que debía internar a los pacientes que llegaban al Sanatorio por diferentes vías.
Las autoridades del SERME estaban preocupadas por las llamadas “Metas Asistenciales”, logros que habían impuesto las autoridades del Ministerio de Salud Pública y que debían cumplir las Instituciones para acceder a algunos beneficios, entre otros, asistencia económica importante.
Una de estas metas, obligaba a las mutualistas a realizar las intervenciones quirúrgicas de coordinación dentro de ciertos plazos establecidos, según la patología que presentaba el paciente. Con el incremento de afiliados que significó la fusión, esto era prácticamente imposible, lo que no solo hacía peligrar el cobro de una importante suma de dinero, si el incumplimiento era reiterado, el SERME debía pagar una onerosa multa al Estado Uruguayo. Fernando estaba preocupado por la problemática que vivía su sector por este tema, no por el dinero que el SERME podía dejar de percibir. A él le importaba que la gente no solucionara sus problemas de salud; se estaban acumulando intervenciones y a diario le llegaban quejas por el incumplimiento de los plazos.
Por iniciativa propia comenzó a sacar números sobre esta situación; llevaba una estadística muy completa que luego haría llegar a las autoridades, en un intento por hacerles ver que se estaba en falta y el peligro que esto significaba para la salud de sus afiliados.
Esa mañana, Ernesto Muller, compañero y amigo de Fernando desde hacia mas de 30 años, le comentó que en la morgue había tres fallecidos. Esta cifra era llamativa pero estaba dentro del promedio diario que últimamente se estaba dando. Fernando asociaba este incremento de muertes, al importante número de afiliados y en principio parecía ser algo lógico.
A media mañana llega el aviso de otro fallecido en piso; ya eran cuatro y el desfile de las Empresas de Servicio Fúnebre hacia la morgue, era constante. Al otro día, Fernando se enteró que la cantidad de fallecidos había llegado a siete, ya que en el correr de la tarde murieron tres pacientes mas; siete muertos en un día era una cifra inusual. Revisa una y otra vez los número que venía sacando desde hacía un tiempo, principalmente la cantidad de muertes de los últimos meses y a su entender, algo no estaba bien.
El día anterior estuvieron a punto de suspender cirugías de pacientes de coordinación por falta de camas; esa situación se daba prácticamente a diario pero nunca se concretaba; de una forma u otra, las camas aparecían y nunca se debió tomar esa medida que sin dudas, significaría perder el dinero que el Ministerio otorgaba por el cumplimiento de esa meta. Como venía ocurriendo casi a diario, gracias a esa pobre gente que perdió la vida, el problema locativo se había solucionado.
Con esas cifras dando vuelta en su mente, a Fernando se le ocurre algo estremecedor; que la cifra de muertes de los últimos tiempos, estaba directamente relacionada con la falta de camas para las cirugías de coordinación. Podía haber una conspiración de las autoridades detrás de este tema?
Era aterrador pensar que alguien pudiera manipular la muerte de personas para lograr cumplir con las metas asistenciales que había impuesto el Ministerio de Salud y de esa forma, cobrar el dinero que las mismas ofrecían como “premio” por buena gestión. Debía hacer algo, pero pensaba que si alguien era capaz de matar de esa forma por dinero, cuando intentara dejar al descubierto ese macabro plan, su vida estaría en peligro. No sabía quién o quiénes estaban involucrados y eso lo ponía en una incómoda posición; ¿a quién recurrir si no sabía quién estaba detrás de todo esto?
Al día siguiente cuando llega al sector, Roberto Rodríguez, otro compañero de la mañana le pregunta - Qué te pasó ayer? - En ese momento Fernando recuerda su juego semanal de padel. Todas los Martes, con Roberto y otro dos amigos, se juntaban para jugar a este deporte; el día anterior, lo había olvidado. Su obsesión por las muertes en el Sanatorio, era el motivo de su olvido. Por la magnitud de los números que estaba descubriendo, sospechaba que personas importantes debían estar involucradas en aquella conspiración criminal, pero aún no sabía cómo probarlo.
Habla con su amigo Ernesto y le comenta sobre sus sospechas - Estás loco!!! - Le dice Ernesto.
Fernando le muestra los datos; la cantidad de fallecidos había aumentado desde que crearon las metas asistenciales - Esto no es casualidad, idearon un sistema para contar con las camas…
Ernesto sigue reacio a creer la sospecha de su compañero - Si eso fuera verdad, y no estoy diciendo que lo sea, quién está detrás de todo esto?...
- No lo sé, pero lo voy a averiguar - Le dice Fernando muy seguro de lo que se proponía.
Durante los siguientes días, Fernando se dedica a investigar y conseguir pruebas que lo ayuden a corroborar sus sospechas; sabía que era una tarea difícil, pero sentía la obligación de encontrar la verdad, no solo por ser lo correcto, también creía que las familias de toda esa gente que a su entender estaba siendo asesinada, tenían el derecho de saber lo que realmente había pasado con sus seres queridos y lo mas importante, que los responsables pagaran por sus crímenes.
Al contarle sus sospechas a Ernesto, sin pensarlo Fernando lo había involucrado; aunque Ernesto al principio pensó que su amigo estaba loco, poco a poco se fue interesando en los datos que le daba su compañero. Fernando había pedido las historias clínicas de los pacientes fallecidos en los últimos meses, y al revisarlas, descubrió que muchas de ellas tenían algo en común, el médico que había indicado la internación era el Dr. Luis Ponce, uno de los principales directivos del SERME. Al revisar los certificados de defunción de esos mismos pacientes, notó que el médico que los había firmado era el Dr. Julio Etcheverri, Director General del SERME - Estás seguro de querer seguir con esto… - Le dice Ernesto - Lo que estas insinuando es una locura…
A la mañana siguiente, Graciela recibe una llamada - Fernando, dice Silvana que vayas a la D.T. - Lo llamaba urgente el Dr. Raúl Moreno, Director Técnico del Sanatorio.
Como por su trabajo era habitual que lo llamaran de la Dirección, Fernando no sospechó lo que estaba por pasar. Cuando Fernando entra a la Dirección y ve que además del Dr. Moreno, estaban el Dr. Etcheverri y la Jefa de archivo, Gabriela Ramirez, pensó - (Estoy en el horno…)
Fernando se sienta y el Dr. Moreno toma la palabra - Sr. Bouzas, nos informó la Sra. Ramirez que estas últimas semanas, usted solicitó una cantidad importante de historias clínicas… - Mientras Fernando explicaba su proceder, el Dr. Etcheverri observaba en silencio. Como no sabía quién estaba detrás de lo que él sospechaba, intentó esconder el verdadero motivo de su investigación, alegando estar sacando información para un trabajo interno de su sector.
- Sr. Bouzas… - Interrumpió el Dr. Etcheverri - Ud. no puede sacar ningún dato sin mi autorización… - Fernando intentó argumentar su proceder para luego seguir con su investigación, pero el Dr. Etcheverri sacó a relucir los antecedentes que lo habían hecho famoso y el maltrato no se hizo esperar - SE CALLA Y ME ESCUCHA!!! - Le grita.
Fernando era un hombre tranquilo, pero no le gustaba la falta de respeto y se lo hizo saber de inmediato - A mí no me grite!!! - Se levantó y antes de retirarse, le dijo - Antes de ser un funcionario de “su” Institución, soy un hombre y no me gusta que me falten el respeto, cuando aprenda educación, me llama y seguimos esta conversación…
- A dónde cree que va? - Dice el Dr. Etcheverri, asombrado por la reacción de Fernando. Nunca nadie lo había enfrentado; se levantó e intentó detenerlo, pero el Dr. Moreno se lo impidió.
- (Imbécil!!!...) - Pensó Fernando cuando se alejaba.
El enojo del Dr. Etcheverri era tan grande como la preocupación del Dr. Moreno por la investigación de Fernando sobre los fallecidos; la Jefa del Archivo Médico se llevó la peor parte - Porqué le diste esas historias?!!! - Le gritó Etcheverri. El Dr. Moreno logró nuevamente calmar a su colega - Está bien Raúl, pero quiero que soluciones este problema… - Antes de volver a su escritorio, lo mira y le grita - YA!!! - Cuando salen de la oficina, la Jefa Ramirez recibe la orden del Dr. Moreno de retirar todas las historias clínicas que tenía Fernando; desde ese momento tenía prohibido entregar cualquier historia clínica sin su consentimiento.
Como Fernando sospechaba, desde hacía un tiempo, la Dirección liberaba camas provocando la muerte de algunos pacientes. Comenzaron con quienes que no tenían posibilidades de recuperación y su deceso era inevitable, solo “aceleraban” el proceso de su muerte. El Dr. Moreno, como Director Técnico, filtraba los ingresos de Emergencia y cuando detectaba algún caso que servía para sus pretensiones, los visitaba en la habitación y modificaba las historias clínicas, falsificando informes y resultados de exámenes, para poder poner en práctica su macabro plan.
Pero cuando ese tipo de pacientes no fueron suficientes para cubrir la faltante de camas, recurrieron a ancianos sin familia a los que mediante la misma modalidad, provocaban una muerte que para todos perecería ser natural. Este sistema de obtener camas les permitía cumplir con las metas del Ministerio de Salud Pública y hacerse de un buen dinero para sus propios bolsillos.
Al día siguiente de la reunión que Fernando tuvo con la Dirección, cuando llega a su sector, todas las historias que desde hacía algunos días estaba revisando, habían sido retiradas. Ese hecho no hizo mas que confirmarle que sus sospechas eran ciertas, algo estaba ocurriendo con esa pobre gente, pero hasta el momento, no tenía suficiente información para probarlo.
Decepcionado, Fernando habla con su amigo Ernesto y le cuenta lo que le había ocurrido el día anterior en la reunión - Deja todo como está Fernando, no te metas… - Le aconseja.
Unos días después…
El Lunes siguiente, cuando terminan el juego de padel semanal, como seguía con el auto roto, Roberto le ofrece a Fernando llevarlo hasta su casa. En un momento dado, Fernando ve que Roberto no toma el camino habitual - No es por acá… - Le advierte. No era la primera vez que Roberto lo llevaba a su casa, pero como era algo despistado, a Fernando no le llamó la atención el error.
De pronto, Fernando siente que alguien lo toma por detrás y le aplica algo húmedo en el rostro que de inmediato lo adormece. Ernesto, que permanecía oculto en la parte posterior del auto de Roberto, era quien lo había tomado de improviso y con un trapo empapado en éter, lo duerme.
Cuando despierta, Fernando estaba atado a una silla; frente a él, Roberto y Ernesto - Te dije que dejaras todo como estaba… - Le dice Ernesto.
- Pero qué?... - Dice Fernando sin entender lo que ocurría - Qué hacen, están locos?... No demoró mucho en darse cuenta lo que sucedía. A pesar del silencio que mantenían Roberto y Ernesto, no le fue difícil deducir que ambos estaban involucrados en los crímenes del Sanatorio.
Pasan unos minutos y alguien golpea la puerta de aquel enorme galpón; cuando Roberto abre, el Dr. Etcheverri entra acompañado por dos hombres para Fernando desconocidos - Sr. Bouzas… - Se acerca a Fernando y continúa - Es una lástima que le guste meterse en lo que no le importa…
Al otro día, en Admisión del Sanatorio SERME, Graciela le dice a Emilia - Son siete y media, se habrá dormido Fernando?... - Le extrañada porque no era habitual que Fernando no se presentara o llegara tarde sin avisar. Ernesto y Roberto se miraron pero no emitieron palabra. Lo llaman al celular, pero estaba fuera de servicio.
El teléfono suena y Graciela atiende pensando que era Fernando para avisar el motivo de su demora. Luego de unos segundos de escuchar, a Graciela se le llenan los ojos de lágrimas - Qué?!!!... - Grita y el teléfono se le cae de la mano.
El cuerpo sin vida de Fernando fue encontrado sobre las rocas de un muelle en una apartada playa de la Costa de Oro, en el departamento de Canelones. Aparentemente, una caída accidental habría provocado su muerte.
Una semana mas tarde…
Alguien golpea la puerta de la oficina del Dr. Etcheverri. Su secretario Gerardo atiende y dos hombres solicitan hablar con el Director. Cuando les pregunta quiénes eran y el motivo de su visita, ambos sacan identificaciones de policía y se presentan como detectives. Sin mediar palabra ni ser anunciados, los detectives ingresan a la oficina del Dr. Etcheverri - Pero qué es esto?... - Dice asombrado. Le muestran sus identificaciones y lo invitan a que los acompañe a la Jefatura Central.
Dos semanas antes…
A Fernando le asombró que Ernesto le aconsejara que no siguiera investigando; lo conocía desde hacía mas de 30 años y no era la respuesta que esperaba de su mejor amigo.
Esa tarde, antes de ir a su casa, se desvía para hacer un tramite en el Banco por una de sus tarjetas de crédito; cuando está por llegar, se sorprende al ver la hermosa e inconfundible camioneta del Dr. Moreno, mas aún cuando de ella baja su amigo Ernesto. Se esconde tras un árbol y los observa; Ernesto sigilosamente guarda un sobre que le entrega el Dr. Moreno, estrechan sus manos y Ernesto camina hacia su auto estacionado unos metros adelante; ambos se alejan en diferentes direcciones. No sabía qué estaba pasando, pero a partir de ese momento, no podía confiar en nadie, ni siquiera en su amigo Ernesto. Dejó su visita al Banco para otro día y volvió al Sanatorio; sacó de su escritorio la información que había recabado hasta ese momento, las copias de las siete historias clínicas de los pacientes fallecidos el día que comenzó a sospechar que algo no andaba bien. Llegó a su casa y volvió a revisar cada una de ellas en busca de algo que confirmara su sospecha; de pronto, se da cuenta de que en los registros de los siete fallecidos, además de que todos eran atendidos por el Dr. Ponce y que los certificados de defunción fueron firmados por el Dr. Etcheverri, las indicaciones durante su internación fueron hechas por un médico llamado Eduardo Bertezoni.
Investiga en internet y descubre algo inquietante, el Dr. Eduardo Bertezoni había fallecido en un accidente de tránsito hacía poco mas de un año; mientras corría por la rambla de Montevideo, había sido atropellado por un conductor que se fugó y hasta el momento, no había sido capturado.
Entonces, si el Dr. Bertezoni estaba muerto, cómo podía haber realizado las indicaciones que mostraban los registros de esos pacientes?
Revisó nuevamente las historias y encuentra otra coincidencia aterradora, el Dr. Bertezoni era quien trataba a los siete pacientes fallecidos aquel día en que Fernando comenzó a sospechar. Luego de la extraña muerte del Dr. Bertezoni, a quien la Dirección asignó para hacerse cargo de esos pacientes, fue al Dr. Luis Ponce. Eran demasiado coincidencias las que estaban alrededor de esas siete muertes. Fernando escribe una nota con lo que había descubierto en su investigación, la pone en un sobre junto a las copias de las siete historias clínicas de los fallecidos y le envía todo por correo a un amigo de su infancia, el Director de investigaciones Daniel Tritoni. En la nota, Fernando relata lo que descubrió sobre la conspiración, le pide que investigue esas siete muertes y le dice que él cree que esa macabra y sistemática forma de asesinar, ocurría desde hacía casi un año.
Dos semanas mas tarde…
Ante la atónita mirada de su secretario Gerardo, el Dr. Julio Etcheverri sale de la oficina escoltado por los dos agentes. A la salida del Sanatorio, ve como el Dr. Luis Ponce es acompañado por otros dos agentes que lo ingresan a una de las tres patrullas que estaban esperando en la puerta. Dentro de otra, el Dr. Raúl Moreno también esperaba ser trasladado a la Jefatura Central de policía.
La noticia había trascendido en todo el SERME; los funcionarios y el público se habían reunido y observaban la escena desde diferentes lugares del edificio. Desde la entrada, antes de subir a la patrulla, el Dr. Etcheverri mira con cierta desazón hacia el Sanatorio como reconociendo que realmente estaba en problemas.
En la parte nueva que estaban edificando, en una de las ventanas del último piso, le parece ver una silueta que le resulta familiar; no necesita mas de un par de segundos para reconocer de quién se trataba; el horror y desconcierto se dibujaron en sus ojos - (No puede ser!!!) - Pensó, mientras veía como la imagen de Fernando Bouzas se fue desvaneciendo hasta desaparecer.
FIN