Paola 15 años - 22.02.1998
Pasaron 15 años desde aquella recién comenzada madrugada del 22 de febrero, a escasos 7 minutos del nacimiento de un nuevo día, llegaba a este mundo una de las mas grandes alegrías que me dio la vida. Mi emoción al ver encenderse aquella pequeña luz rosada fue tan grande, que el corazón pareció detenerse ante esa revolución de incontrolables sentimientos. Había nacido mi niña, esa pequeña criatura que me dejó sin palabras cuando me acerqué a conocerla. Una sábana celeste fue la vestimenta improvisada que cubrió tu frágil cuerpecito, que se perdía inocente en los enormes brazos de una enfermera.
Mi primer asombro fue al contemplar lo violeta de tus uñitas, y al tocarte, otro cúmulo de emociones recorrió mi cuerpo, estaba experimentando por primera vez, la incomparable sensación de tocar la suave piel de un bebé, de mi bebé.
Es muy difícil poder contarte una historia de 15 años en estas pocas palabras. La alegría de tu primer dientito, el temor de tus primeras e intrépidas caminatas, la ternura de tus ojos cuando balbuceaste el primer “papá” o aquel absurdo e injustificado enojo cuando en la noche tenía que acunarte para que durmieras.
Recuerdo las interminables horas de espera en la madrugada del 6 de enero, para intentar captar en una foto el brillo y asombro de tu inocente mirada al ver los regalos de aquel primer día de Reyes. El enorme orgullo que sentía cuando mostraba a todo el mundo la incandescente belleza de tu carita angelical.
Tu primer añito, quien lo podría olvidar, si eras la mas hermosa de las princesas (con banda y todo) de mi pequeño y escondido mundo de fantasías.
Todo, todo es inolvidable........, como aquel día en que por descuido tomaste gotitas nasales y me diste el peor susto de mi vida. Llevarte al Sanatorio, aguantar tu pequeño bracito para que la enfermera tu pinchara. Pensar que era por tu bien, no borraba de mis oídos tu desconsolado llanto. Tus ojitos llenos de lágrimas, me miraban asombrados sin entender como podía yo, tu padre, permitir que te hicieran eso. Nunca pude explicarte que mi corazón lloraba mas que tus ojos y que el dolor que tu sentías, era mil veces mas fuerte en mi alma. Luego, al poco tiempo, se repitió la imprudencia. Como si el destino quisiera ponerme a prueba, se burló de todo aquel dolor que sentí y volvió a ponernos en la misma situación.
Recuerdo también aquel intento fallido de ir a la guardería, era tanto tu llanto que ninguno de tus abuelos quería llevarte y esa nueva experiencia duró apenas 2 días.
Tus monerías repitiendo todo lo que veías, tu parlanchina y alocada forma de contarme las cosas que te pasaban durante cada día que no estabamos juntos, tu pelito rubio que movías orgullosa y coqueta por cada lugar que pasabas, dejando un recuerdo inolvidable a quien te viera.
La emoción de tu rostro al ver al ver a tu recién llegada hermanita Lorena, que luego se repetiría ya mas madura con la llegada de Andreita y Agustina..
Tu primer “desfile” como Miss Ternura en aquel club italiano, qué jurado podría negarse a dar su voto a esa niña que era la ternura en persona.
Cuantos recuerdos lindos......, como cuando personificaste a la Virgen María en el pesebre de la escuela Luján. Quisiste darle tanta importancia a tu salida al patio, que te hiciste un nudo con las piernitas y casi te vas de cabeza al piso ante la mirada asombrada de todos los que estabamos allí. O cuando cantaste el solo de aquel tango que no recuerdo su título, pero que marcó uno de los momentos de mas emoción y orgullo en mi vida.
Pasaron los años y la frescura de tu alegría y la simple ternura de un beso eran la ayuda que necesitaba para sobrellevar cualquier mal momento, bastaba con solo ver la luz tu hermosa sonrisa para alegrar totalmente el peor de mis días.
Tus años de escuela, que fueron confirmando tus naturales dotes de liderazgo, en todos los líos que surgían estabas involucrada y los demás niños te seguían sin protestar. Las charlas con tus diferentes maestros, las reuniones de padres, las anécdotas que contaba con orgullo de tus pequeñas hazañas escolares.
Tus desfiles modelando para un selecto público familiar que aplaudía sin reparos a la hermosa rubia de ojos celestes que sacudía su cuerpito hasta casi desarmarse, en la pasarela imaginaria del patio de tus abuelos. Los bailes, los cantos, las actuaciones en las fiestas escolares, toda esa calidad artística que nació contigo y que supiste regalarme durante todos esos años.
El comienzo de tu adolescencia, tu primer noviecito, al que en mi interior odié por atraer la atención de mi pequeña, ocupando parte de ese lugar que hasta ese momento único y privilegiado que se encontraba reservado con mi nombre en tu corazón.
La siempre amarga realidad que nos cuesta y nos duele reconocer, cuando vemos que la frágil e inmadura niña que siempre tuvimos a nuestro lado, se va transformando en una hermosa señorita llena de nuevas sensaciones, emociones y vivencias.
Querida Paola, hoy me vuelvo a emocionar con todos estos hermosos recuerdos, hoy, 22 de Febrero de 1998, es tu cumpleaños, tus esperados 15 años. En este día tan especial para todos los que te queremos, quisiera pedirte que me perdones si en algún momento de tu vida pensaste que te fallé, solo puedo decirte que, que a pesar de las diferencias que podamos tener en algunas formas de ver la vida, todo lo que hice y lo que hago es con la firme convicción de que es por tu bien, que estoy orgulloso y feliz de ser tu padre y que sería la última persona en este mundo que querría verte sufrir.
Te quiero, te quiero con toda mi alma, por eso es que sentía la necesidad de compartir contigo en este día tan especial, todos estos lindos recuerdos que llevo guardado como un tesoro invalorable, dentro de un hermoso cofre en lo mas profundo de mi corazón.
Gracias por ser como eres, gracias por quererme, gracias por ser mi hija........, y recuerda que siempre, siempre aunque pasen mil años, en mi corazón vas a ser “la mayor de mis Princesas”.
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