RECLUTADORA

15.10.2019 16:17

 

Fernando Barboza, era un hombre de unos 35 años; sumamente tímido, no se relacionaba fácilmente con otras personas; no le gustaban las reuniones ni los lugares donde se juntaba mucha gente; prácticamente no tenía otra salida mas que ir a su trabajo. Su única diversión era conectarse a internet a través de su computadora, ver videos de bloopers y bajar películas que luego veía al acostarse.

Fernando padecía una afección congénita en su corazón, por lo que debía estar medicado y tratarse periódicamente. Como era una persona humilde y de bajos recursos, se atendía por el Ministerio de Salud Pública, en el Hospital Clínico de Montevideo.

Cansado de su soledad, un día ingresó a una de esas aplicaciones que ayudan a las personas a conseguir pareja; pero luego de varios intentos fallidos, se dio por vencido, se resignó y entregó a su aparentemente inevitable vida solitaria.

En una de sus consultas en el Hospital, Fernando conoció a Susana; una enfermera muy bonita, soltera y algo mayor que él. Tuvieron un primer contacto en el consultorio, que luego siguieron a través de Facebook; así comenzaron una relación de amistad. 

Cada 15 días, se veían en el Hospital, pero casi todas las noches chateaban y compartían su vida por internet. Una de esas noches, Fernando se animó y la invitó a cenar el fin de semana siguiente; Susana, por supuesto, aceptó encantada.

En las conversaciones que mantenían a diario por el chat, Fernando le había contado a Susana toda su vida en detalle; que era un hombre tímido y no salía mucho, sin vicios, que era administrativo en un frigorífico, que vivía solo y no tenía familia. La madre de Fernando había muerto hacía pocos meses, ella era el último familiar que le quedaba, ya que era único hijo y su padre había muerto cuando él apenas tenía 10 años.

A su vez, Susana también le había contado sobre su vida, pero no toda; porque en realidad, escondía una parte de ella que muy pocos conocían; un secreto siniestro. 

Luego de aquella primera cena y de un corto tiempo de “noviazgo”, Fernando y Susana se mudaron y comenzaron a convivir. Susana se mudó a la casa que alquilaba Fernando, en una zona suburbana de la ciudad de Montevideo.

Apenas un mes después, Susana comenzó a tener actitudes raras y poco habituales; una noche Fernando se despertó sobresaltado por un ruido que venía de la cocina; Susana no estaba a su lado en la cama; pensó que se había levantado porque sentía algún malestar y decidió ir a verificarlo. Cuando llegó a la cocina, Susana estaba parada frente a la mesada, quedando de espaldas a él; parecía estar mirando por la ventana, pero debido a la oscuridad de la noche, era evidente que no podía ver nada.

Enseguida Fernando le preguntó - Estás bien?... - Ella se sobresaltó sorprendida, giro y lo miró - Qué te pasa? - Pregunta Fernando, afectado por la reacción de Susana.

Ella lo mira y sin responder, pasa a su lado y vuelve a la cama. Sobre la mesada, una botella de Vodka casi vacía, parecía ser la causa de aquella desagradable situación.

A pesar de que ya lo sospechaba, esa fue la primera vez que Fernando corroboró que Susana tenía un grave problema con el alcohol.

A la mañana siguiente, Susana parecía no recordar lo que había sucedido la noche anterior. Fernando intentó hablar con ella, pero no recibió respuesta; le propuso consultar su condición con un médico (psiquiatría), pero ella se opuso rotundamente.

Enojada y casi fuera de sí, se va a su trabajo en el Hospital, dando un fuerte portazo y dejando a Fernando muy preocupado.

Pasan algunas semanas y todo parece tranquilizarse; el hogar y la convivencia de Fernando y Susana parecen volver la normalidad. Fernando da por terminado el tema, pero lo que él no sabía, era lo equivocado que estaba.

Al poco tiempo, Susana comenzó a llegar tarde a su casa, casi siempre  alcoholizada. Fernando insistió en buscar ayuda; ella, una y otra vez se negó a recibirla.

 

Mayo de 2017, dos años antes, Ciudad de Salto, Uruguay

En la Emergencia del Hospital de Salto, reciben a una persona muy mal herida, con una puñalada en el pecho; se trataba de un hombre de unos 40 años que, aparentemente fue herido durante una pelea callejera o un intento de robo.

El hombre de inmediato es atendido; había perdido mucha sangre y a pesar de los esfuerzos de todo el personal, fallece a los pocos minutos de ingresar.

Casi enseguida, llega una mujer llamada Renee Suarez, quien dice ser pareja del reciente fallecido. Al recibir la noticia de la muerte de quien era su pareja, tiene un ataque de histeria, se descontrola y es atendida; luego de aplicarle un calmante, una de las enfermeras que la atiende la reconoce - Renee!!!…

- La conocés?... - Le pregunta el médico que se disponía a revisarla.

Le enfermera le dice que es una compañera, también enfermera, que desde hacía poco tiempo trabajaba en el Hospital.

Como hacía apenas unos meses que Renee Suarez trabajaba con ellos, nadie la conocía mucho; sabían que era una mujer muy reservada, casi sin contacto con los demás. Tampoco sabían que tenía pareja hasta el incidente con el hombre apuñalado, a quien luego también reconocieron por ser un paciente habitual del propio Hospital.

En su momento, la policía de Salto le tomó declaración a Renee Suarez, pero ella dijo no saber nada sobre lo ocurrido con su pareja - Yo le dije que iba a terminar mal, él tomaba mucho y se ponía violento… - Relató a los investigadores llorando.

Sin pruebas y sin testigos, el caso quedó sin cerrar y nunca se encontró al agresor.

Al no tener familiares, luego de pasar por el forense, el cuerpo del difunto es entregado a su pareja, la enfermera Renee Suarez.

Un tiempo después, Renee se mudó de Salto y nadie supo mas de ella.

 

Enero de 2018, Ciudad de Tacuarembó, Uruguay

La sirena de la ambulancia se sentía cada vez mas cerca del Hospital de Tacuarembó; el servicio de Emergencia, enterado por radio, esperaba la llegada de un paciente en estado grave; un herido de bala.

Cuando llega la ambulancia al Hospital, se abren las puertas del vehículo y bajan al hombre moribundo que un enfermero y un médico intentaban estabilizar; de inmediato se acercaron otros que ayudaron a ingresarlo a la sala de trauma.

Una mujer lo acompañaba y bajó de la ambulancia detrás del herido; lloraba desconsoladamente, por lo que el médico que recibió al paciente dedujo que tenía algún vínculo con el herido - Es usted familiar del paciente?..., sabe qué le sucedió?... - Le preguntó mientras entraban al paciente.

La respuesta de la mujer fue - Soy su pareja… - Respiró profundo, se la veía afectada por lo ocurrido; luego continuó - No sé qué pasó…, no se nada… - Y luego de una breve pausa continuó - Por favor doctor, sálvelo… - Rogaba al médico mientras se aferraba de su túnica.

Debido a la gravedad de la herida en su pecho y las lesiones internas que ésta había causado, el médico ordena que preparen de inmediato el quirófano y lo llevan directamente a la sala de operaciones. Cuando el herido llega a la mesa, hace un paro cardio respiratorio y a pesar de los esfuerzos de todos quienes lo atendían, muere antes de poder ser operado.

Una de las enfermeras que estaban en la guardia, reconoce a la acompañante del baleado; era una colega que trabajaba en el Hospital; su nombre, Martha Ledesma.

Cuando el médico de guardia recibe la Historia Clínica del hombre fallecido, ve que es un paciente habitual del Hospital, que se trata periódicamente por una afección cardiaca grave.  

Como es rutina en estos casos, la policía toma declaración a la acompañante del herido; Martha vuelve a repetir que no sabe nada sobre lo ocurrido con su pareja - Me avisaron unos vecinos que lo encontraron tirado en la calle, cerca de donde vivimos… - Fue lo que declaró a las autoridades.

El caso fue catalogado por la policía como “crimen en el transcurso de una riña”; al no encontrar testigos ni pruebas, quedó pendiente de resolución y fue archivado.

Luego de pasar por el forense, el cuerpo del infortunado hombre, que no contaba con familiares directos, fue entregado a su pareja, Martha Ledesma, para ser sepultado.

Un tiempo después, la enfermera Ledesma dejó su trabajo en el Hospital y se mudó de Tacuarembó.

 

Julio de 2018, Ciudad de Florida, Uruguay

Una persona con un grave traumatismo de cráneo es trasladada por una patrulla a la puerta de Emergencia del Hospital de Florida; lo habían encontrado tirado sobre el cantero central de una avenida; aparentemente se había caído y golpeado la cabeza violentamente contra el suelo.

Minutos después de que el paciente herido ingresa a la sala de trauma del Hospital, llega una señora que dice ser su pareja; una mujer llamada Laura Colucci. Pregunta por él y le dicen que está siendo atendido; ella solicita verlo, pero no se lo permiten. Al poco rato vuelve a preguntar, diciendo que era enfermera del Hospital, si no podían hacer una excepción; pero la respuesta fue la misma.

Pasa cerca de una hora y de la sala de Urgencias sale un médico; pregunta por un familiar del herido, Laura se acerca y se presenta - Soy su pareja, por favor doctor, dígame cómo está?... - El médico le comunica que el paciente había fallecido; ella sucumbe ante tanto dolor y se desvanece.

Es atendida de inmediato por el propio médico, que es ayudado por una Nurse que casualmente pasaba por ahí - Lo ayudo doctor?… - Le dijo la chica, mientras ayudaba a sentarla. De inmediato al ver a quién estaba asistiendo, exclamó - Pero es Laura…

La Nurse era jefa de enfermería del Hospital; la conocía ser una de sus enfermeras - Trabaja hace unos meses, es enfermera de cardiología… - Le comenta al médico.

Siguiendo el protocolo para estos casos, se da paso al forense. Cuando el médico lee los antecedentes en la Historia del paciente, ve que el mismo se trataba asiduamente en el propio Hospital, por una afección cardiaca, por lo que deja asentado en el Certificado de Defunción, que la muerte fue accidental. El forense detalló que debido a su afección cardiaca, el hombre se desvaneció y se golpeó contra el borde del cantero, lo que causó su deceso.

Con esta definición del forense, la investigación policial se da por terminada, catalogando el caso como “muerte accidental por caída de su propia altura”.

Como no tenía familia, quien reclamó el cuerpo del hombre para su sepultura, fue su pareja, la enfermera Laura Colucci.

Pasaron algunas semanas y Laura renuncia al Hospital, dejando Florida.

 

Diciembre de 2018, Ciudad de Colonia, Uruguay

Esa noche, la tranquilidad del centro asistencial de la ciudad de Colonia, al Oeste del territorio Uruguayo, se ve conmocionado; llega un aviso por radio de que estaba en camino a través del helicóptero policial, un paciente en estado crítico, con una herida de bala en la cabeza.

En pocos minutos la puerta de Emergencia tiene todo preparado para recibirlo. El helicóptero aterriza; dos enfermeros acompañados por la médica que está en la guardia, llevan la camilla para ingresar el paciente a la sala de trauma del Hospital.

El paciente presentaba pérdida de masa encefálica, por lo que de inmediato se le realiza un estudio y se comprueba que no tiene actividad cerebral.

Mientras todo esto sucede, llega al Hospital una señora que se presenta como pareja del paciente herido, su nombre, Mónica Santoro; enfermera de Cardiología del mismo Hospital de Colonia. Se le informa que el paciente tiene muerte cerebral y que su situación era irreversible.

Cuando un paciente se diagnostica con muerte cerebral como en este caso, por protocolo se le da aviso al Banco Nacional de Órganos y Tejidos. Esta organización estatal envía de inmediato al Hospital donde se encuentra el paciente, a un médico especialista en transplantes y un psicólogo; estos profesionales le explican a la familia lo beneficioso que podía ser para salvar a otras personas, que ellos autoricen la donación de los diferentes órganos de su familiar.

Revisada la Historia Clínica previamente, se descubre que el paciente tiene una afección cardiaca, por la que se trata desde hacía tiempo en el propio Hospital de Colonia, por lo que puede ser donante de todos los órganos, menos del corazón. En la revisión de la Historia, también se comprueba que el paciente no tiene familiares directos, por lo que la entrevista se le realiza a su pareja, la enfermera Mónica Santoro - No estoy de acuerdo, no quiero que lo toquen... - Sentencia Mónica ante la atónita mirada del médico y el psicólogo, que intentan en vano que cambie de opinión.

El paciente fallece y como era la voluntad de Mónica, no se le saca ningún órgano.

Luego de una breve investigación policial que no llega a ninguna conclusión, ni encuentra a ningún culpable, el cuerpo del baleado se le entrega a su único familiar, su pareja, Mónica Santoro.

Tiempo después del lamentable episodio, Mónica deja el Hospital y se muda de la Ciudad de Colonia.

 

Mayo de 2019, Ciudad de Montevideo, época actual

En Cardiología del Hospital Clínico, suena el teléfono - Susana, es para vos… - Le dice una compañera a la enfermera Susana Gutierrez.

Susana atiende y de inmediato se la ve alterada - Acá no!!!, llamáme después al celular… - Corta la comunicación y sigue con sus tareas.

Esa noche, cuando Susana termina su turno, suena el celular - Cómo me vas a llamar al trabajo, estás loco!!! - Le dice enojada a quien la había llamado.

- Ya está pronto el tipo?... - Le pregunta.

- Todavía no, sospecha algo, tengo que andar con cuidado… - Explica Susana.

- Lo necesitamos ahora, el cliente no puede esperar… - Y antes de cortar la comunicación, le advierte - Hacé tu trabajo o sos “boleta”, entendiste?...

Luego de confirmar que había entendido el mensaje y que cumpliría con su parte del trato, Susana corta y dice - Idiota…

Antes de volver a su casa, pasa por un bar que frecuentaba y toma un par de vasos de Vodka. Mas allá de que esa cantidad de alcohol no la afectaba, debía mantener su actuación de mujer alcohólica frente a Fernando y así continuar con su macabro plan.

 

Quién es Susana Gutierrez?...

Susana Gutierrez, también conocida como Renee Suarez, Martha Ledesma, Laura Colucci y Mónica Santoro; integraba una red internacional de tráfico de órganos. Se trataba de una banda muy bien organizada, que se movía y “trabajaba” en varios países sudamericanos, donde conseguía sus víctimas (donantes involuntarios).

Cuando alguna persona necesitaba el transplante de algún órgano, no quería seguir en lista de espera y contaba con el dinero suficiente como para comprarlo en el mercado negro, esta Organización movía sus contactos en los diferentes países que integraban su red y por una importante suma de dinero, se lo conseguía.

Esta Organización, contaba con un “reclutador” de “donantes” en cada país, que por supuesto, no eran voluntarios. Cada uno de estos “reclutadores”, a su vez, tenía una “especialidad”, en este caso, Susana era quien conseguía el órgano para los transplantares renales, o sea, conseguía riñones.

A través de su trabajo como enfermera, buscaba pacientes que no tuvieran familia alguna y que se estuvieran tratando por algún problema de salud, pero que sus riñones se encontraran en perfecto estado.

La Organización la proveía de diferentes identidades y le daba vivienda en las ciudades donde Susana realizaba su trabajo para ellos. También cubría su “desaparición” luego de realizado el “trabajo” y le conseguía trabajo en otro Hospital para conseguir el siguiente “donante”, o en este caso, la siguiente víctima.

Su labor dentro de la Organización, era acercarse al “donante” y utilizando su belleza y seducción, crear un vínculo afectivo con él; cuando la relación estaba consolidada, la Organización se encargaba de eliminarlo de forma “limpia” y sin que el órgano que necesitaban se viera afectado.

Luego ella, cómo único “familiar” del fallecido, realizaba la sepultura a través de una Empresa específica que también pertenecía a la Organización, la que además contaba con la tecnología, el personal médico y de enfermería, y la logística necesaria para el traslado del órgano extirpado, en tiempo y forma, hacia el lugar del mundo donde esperaba el receptor.

 

Volviendo a la casa de Fernando y Susana    

Mas allá de que estaba acostumbrada y el Vodka en la cantidad que había ingerido no la afectaba, Susana vuelve a su casa aparentando ante Fernando, las condiciones de una persona alcoholizada. Fernando la ayuda a acostarse, pero se niega a aceptar, sin hacer nada, lo que le sucedía a su pareja.

Cuando Susana aparentemente se duerme, Fernando hace una llamada telefónica.  Ella, que no estaba en realidad dormida, se acerca sigilosamente a la puerta del dormitorio para poder escuchar - Dr. Rios?..., cómo está, soy Fernando Barboza, hablé con usted ayer sobre mi esposa…

Fernando se había comunicado con el Dr. Rafael Rios, un psiquiatra del Hospital Clínico donde él se atendía por su afección cardiaca y donde además trabajaba como enfermera su pareja Susana. Le había comentado su preocupación por lo que estaba pasando con Susana y su adicción al alcohol; el Dr. Rios se puso a las órdenes para ayudarlo cuando lo necesitara.

- Otra vez llegó borracha, qué me sugiere doctor?... - Le comenta Fernando preocupado por su mujer.

El Dr. Rios le aconseja una internación compulsiva y le explica a Fernando en qué consistía; se trataba de una internación que no era voluntaria, sino a través de una orden judicial y la misma debía tener el aval de un familiar, en este caso, el propio Fernando.

Era una situación poco usual y extrema, el psiquiatra basaba su sugerencia no solo en la adicción al alcohol, también por el relato que Fernando le había hecho sobre la agresividad que Susana había manifestado contra él y alguna vez, contra ella misma - Internarla?..., no hay otra solución?...

Susana escucha lo que dice Fernando y se da cuenta que el plan se estaba complicando aún mas, debía actuar rápidamente; sabía que si fallaba y no cumplía con la Organización, pagaría con su vida ese error.

La Organización no iba a dejar ningún cabo suelto; si corría algún tipo de riesgo su operación en Uruguay, descartaban el “trabajo”, eliminaban todo rastro de sus actividades y a todos quienes pudieran implicarlos, incluso a sus “reclutadores”; luego mudaban toda su logística a otro país y continuaban con su lucrativo “negocio”.

Susana sabía que tenía que actuar de inmediato o todo se volvería en su contra; vuelve a la cama pensando qué hacer al otro día y se le ocurre una brillante idea.

Era fin de semana, por lo que Fernando no trabajaba en el frigorífico; cuando despierta, Susana lo sorprende con un desayuno muy completo y apetitoso - Buenos días mi amor… - Le dice él cuando llega a la cocina.

No era nada habitual que Susana se comportara de esa forma, pero mas allá del desayuno y la sorpresa que causó en Fernando la actitud de su pareja, eso no era todo lo que Susana tenía para decirle.

En medio del café con leche y las tostadas con mermelada, ella le da una noticia que a Fernando lo deja sin palabras - Amor, estoy embarazada…

Fernando casi se atraganta con la tostada que tenía en la boca; queda sorprendido por esa noticia inesperada, pero se siente feliz y se lo hace saber a la supuesta futura madre de su hijo.

 

Dos meses después, Emergencia del Hospital Clínico, Montevideo…

Llega una ambulancia con un paciente en estado crítico. Ingresa a sala con una herida de bala en la cabeza, aparentemente se trataba de un intento de suicidio.

Quienes lo atienden, lo reconocen de inmediato; se trataba de Fernando Barboza y sabían que era un paciente que se atendía periódicamente por su afección cardiaca en el propio Hospital; además, sabían de su relación con una de sus compañeras, la enfermera de cardiología Susana Gutierrez.

Ella estaba trabajando y es ubicada de inmediato; le informa sobre lo ocurrido con Fernando - Qué?!!!... - Grita sorprendida al enterarse.

Fernando Barboza es declarado muerto a las pocas horas de ingresar al Hospital.

La investigación policial descubre una nota de suicidio escrita por Fernando, donde explicaba que debido a su condición de salud y la de su esposa alcohólica, tomaba esa determinación de suicidarse.

El médico forense, luego de realizar la autopsia, firma el Certificado de Defunción poniendo como causa de muerte “suicidio”. Como se trataba de un caso tan claro, la investigación policial no se profundiza y se da el caso por cerrado.

Como no tiene otros familiares mas que su pareja, la enfermera Susana Gutierrez; luego de los trámites habituales, le entregan el cuerpo de Fernando.

Después de un corto tiempo, la enfermera Susana Gutierrez que nunca había cursado un embarazo, renuncia al Hospital Clínico, deja la vivienda que compartía con Fernando Barboza y nadie volvió a saber de ella.

FIN