VIOLENCIA DE GENERO
En la profunda oscuridad de la noche, una sombra casi invisible se mueve como un felino salvaje al acecho de su presa. Unos pasos delante, dos hombres caminaban lentamente; se movían con dificultad, tambaleantes y torpes, se ayudaban el uno al otro para no caer. Balbuceaban entre ellos y reían descontrolados, evidenciando los efectos del abuso del alcohol y tal vez, alguna otra sustancia toxica que había hecho estragos en su dignidad humana, en sus sentidos y en su propio cuerpo, hasta llevarlos a ser marionetas nefastas de su terrible adicción.
1 año antes, casa de Mariana Montenegro…
Romina llega a la casa de su hermana Mariana y se preocupa por no recibir respuesta al llamar a la puerta. El día anterior habían arreglado esa visita, por lo que le resultaba extraño que no estuviera. Se asoma por una de las ventanas pero no logra ver nada por las cortinas que la cubrían; vuelve a tocar la puerta, pero nuevamente el silencio es su única respuesta. Algo nerviosa, su mente queda inmersa en una trama que poco a poco se vuelve dramática.
6 meses antes…
Roberto Molina, un hombre de 35 años, alcohólico y con antecedentes penales por atacar a golpes a otro hombre en una discusión que se produjo en un bar, cumplió una pena de 4 años de prisión por agresión agravada y lesiones personales. Había enviado a ese pobre hombre al hospital con serias heridas, por el simple hecho de no querer seguir tomando con él, luego de una discusión que comenzó por una diferencia en un juego de pool.
Luego de 2 años entre rejas, donde por el tiempo ocioso, el hacinamiento y el tráfico interno de drogas, Roberto había adquirido nuevos malos hábitos, que se sumaron a su adicción a la bebida, aumentando considerablemente su agresividad, la que, increíblemente lo ayudó a sobrevivir en el recinto carcelario y los peligros que enfrentaba por estar encerrado en ese horripilante lugar. A pesar de todo esto, como había dictado la justicia, cumplidos los 2 años de encarcelamiento (la mitad de la pena original), Roberto recuperó la libertad de forma anticipada, por gracia de la Suprema Corte de Justicia Uruguaya.
Roberto Molina, pareja de Mariana y padre de su único hijo Matías, luego de salir de la cárcel, en un confuso y lamentable episodio que se desató ante el reclamo del hombre por el hecho de que ni su mujer ni su hijo lo visitaron durante sus 2 años de su reclusión, había golpeado a Mariana y a su pequeño hijo de 4 años. Por este aberrante hecho, a pesar de tener antecedentes penales por agresión y de gozar de una libertad anticipada, la defensa del delincuente había arreglado con la fiscalía en un juicio abreviado (modalidad permitida por el novel Código Penal Uruguayo), imponerle como “castigo”, la prohibición de acercarse a ellos a menos de 500 metros, controlado por una tobillera colocada al cobarde agresor.
Romina se sentía responsable de la agresión recibida por su hermana y su sobrino, ya que fue ella quien durante los 2 años en que Roberto estuvo preso, los mantuvo alejados de él, convenciendo a Mariana para que no fueran a visitarlo. Sabía que ese hombre era un potencial peligro no solo para la propia hermana, también para su pequeño sobrino.
Curiosamente, durante los primeros 3 meses de la restricción impuesta, Roberto había cumplido al pie de la letra con la orden judicial, por lo que Mariana, ante el aparente arrepentimiento y su amor por quien era el padre de su hijo, a pedido expreso del abogado de Roberto, aceptó volver a mantener contacto con su ex pareja.
La fiscal del caso, Dra. Alicia Suárez, avalada por el Juez, ordenó quitar la tobillera al acusado y fijó un régimen de visitas transitorias; luego de un tiempo prudencial serían evaluadas por la Dra. Suárez y el propio Juez de la causa, Dr. Héctor López.
Romina que no estaba de acuerdo ni apoyaba la decisión de su hermana de darle una nueva oportunidad a Roberto. Por sus antecedentes de agresividad que lo llevaron a la cárcel y el episodio de violencia doméstica del que habían sido victimas Mariana y Matías, sabía que hacerlo era un grave error que no solo estaba poniendo en peligro su vida, estaba poniendo en peligro la vida de su propio hijo.
Los siguientes 3 meses, sus visitas fueron bajo la estricta supervisión de un Asistente Social y un efectivo policial nombrados por fiscalía; luego de ese corto tiempo en que aparentemente Roberto había mostraba un cambio en su actitud y su personalidad agresiva, tomando en cuenta el informa presentado por la Asistente Social, la fiscal autorizó que las visitas se realizaran sin esta supervisión.
Pasados los 6 meses, casa de Mariana Montenegro…
Parada frente a la puerta de la casa de su hermana, Romina sabía que algo no andaba bien. A su mente le llegaban las últimas palabras que había hablado telefónicamente con su hermana - Te dije que iba a cambiar… - Hecho que ella nunca llegó a creer - Vení mañana a comer con nosotros y vas a ver lo cambiado que está Roberto…
Nerviosa, intentó hacerse oír golpeando con fuerza la puerta de entrada. Ante la falta de respuesta y su desesperación al intuir que algo no estaba bien, tomó una piedra y rompió uno de los vidrios de la ventana. La abrió con dificultad por la resistencia que ejercía la cortina, pero finalmente entró a la casa.
Recorrió brevemente la sala llamando a su hermana Mariana, pero no recibió respuesta. Cuando llegó al dormitorio se encontró con una imagen aterradora; el cuerpo de Mariana yacía en la cama sobre una enorme mancha de sangre. El corte en su cuello era notorio, de la herida aún salía un hilo de la poca sangre que quedaba en el cuerpo ya sin vida; había sido degollada - Mariana!!! - Gritó desesperada y se acercó a ella.
A pesar de saber que ya era demasiado tarde, intentó hacer algo por ella; luego de unos instantes en que asumió la realidad que estaba viviendo, la tomó en sus brazos y lloró desconsolada. De pronto, recordó a su pequeño sobrino - Matías!!!...
Cubierta por la sangre de su hermana, Romina volvió a recostarla en la cama y corrió a la habitación de su sobrino. Cuando llega, Roberto tenía en sus brazos a Matías que no dejaba de llorar; lo tomaba del cuello como si quisiera estrangularlo. El cuchillo ensangrentado con el que minutos antes había matado a Mariana, estaba apoyado sobre la cama del niño.
Con los ojos desorbitados, fuera de sí, con la ira dibujada en su mirada, le dijo - Maldita bruja, todo esto es tú culpa… - Le recriminó Roberto.
Romina, a pesar de todo lo que estaba viviendo, intentó tranquilizarse y manejar esa delicada situación pensando en su pequeño sobrino que continuaba en peligro; el cuello del niño aún estaba entre las manos de su desquiciado padre y sabía que en cualquier momento, podría hacerle daño. Por lo que había visto en el dormitorio de su hermana y cómo estaba Roberto, Romina no dudaba que si no hacía algo urgente, su sobrino terminaría muerto a manos de aquel despiadado criminal.
Romina Montenegro era una joven de 26 años que hacía mas de 20 años practicaba Artes Marciales. Por su destreza y su entrenamiento, había ganado infinidad de Torneos Nacionales e Internacionales, siendo conocida en el ambiente Marcial por su habilidad innata y su poderoso estilo de combate, lo que la habían llevado a ocupar uno de los mas altos grados dentro de las Artes Marciales.
Durante los últimos años se había dedicado a la enseñanza, basándose casi exclusivamente a dar clases de forma gratuita, a mujeres que eran víctimas de violencia doméstica, entrenándolas y preparándolas para enfrentar una posible agresión y poder defender sus vidas de cualquier atacante.
Lamentablemente, a pesar de habérselo propuesto en infinidad de oportunidades, no pudo convencer a su hermana de que aprendiera alguno de sus conocimientos, mas aún, luego de haber comprobado el tipo de persona que era su pareja, Roberto.
Mariana, en ese aspecto, era completamente diferente a Romina; era una estudiante avanzada de Magisterio, su vocación y su sueño era enseñar a los mas pequeños; consideraba que el deporte que practicaba su hermana mayor, si bien lo respetaba y la admiraba por sus impresionantes logros, no iba con la esencia que ella pretendía transmitir a sus futuros alumnos.
Tal vez, solo tal vez, si hubiese seguido lo aconsejado por Romina, hubiese podido evitar el lamentable episodio que le tocó vivir meses antes y hasta su propia muerte, aunque a pesar de todo, aunque se hubiese preparado, con personas como Roberto, inescrupulosas, sin respeto por la vida ajena y enfermas por la violencia, sumado al consumo descontrolado de alcohol y otras sustancias, nadie lo podría asegurar.
A pesar de todo su entrenamiento y su experiencia, Romina sabía que esa era una situación real y eso cambiaba completamente su posible reacción; estaba parada frente al hombre que había asesinado a su hermana y que estaba a punto de hacer lo mismo con su sobrino y tenía que ganar tiempo para pensar una estrategia que le permitiera someter a Roberto sin poner en peligro a su sobrino - Esperá Roberto, no lo hagas, es tu hijo... - Le dijo intentando llegar a la fibra mas sensible de aquel desalmado hombre.
- Un hijo que durante 2 años no dejaste que me visitara… - Le recriminó Roberto - Y esa mnaldita perra de tu hermana lo permitió...
Romina supo de inmediato que el hombre estaba drogado o alcoholizado, o tal vez, ambas cosas; lo que sin dudas, lo hacía muy volátil y mas peligroso aún.
A pesar de saber que sería imposible, intentó razonar con él y le volvió a suplicar que no dañara a su sobrino. Pero se dio cuenta de que el niño, bajo la presión que ejercía su padre en el cuello, respiraba cada vez con mayor dificultad. Por sus conocimientos en este tipo de tomas, aunque la misma no estaba hecha con la técnica correcta, sabía que era muy peligrosa. El pequeño estaba a punto de desmayarse por la falta de oxígeno al cerebro, pero lo peor era que si seguía aplicando esa misma presión en su cuello del niño, pocos segundos después, inevitablemente llegaría su muerte.
Tenía que actuar de inmediato y a pesar del dolor por haber encontrado segundos antes a su hermana muerta, su prioridad ahora era salvar a Matías - Tu hijo es inocente, él no tuvo la culpa de nada… - Le dijo mientras se acercaba lentamente - Dejá que se vaya, me tenés a mí, a la culpable de todo…
Roberto afloja la presión sobre el cuello del pequeño Matías, que estaba a punto de desmayarse. Romina lo nota y continúa avanzando lentamente - Eso es, que se vaya…
Cuando está lo suficientemente cerca, Romina lanza una certera patada a la cara de Roberto, esto hace que el hombre atontado afloje totalmente al niño, lo que aprovecha Romina para sacarlo de sus brazos y alejarlo del agresor.
Roberto, que era un tipo grande y muy fuerte, a pesar del golpe y de quedar aturdido por el mismo, se incorpora, sostiene con fuerza el brazo izquierdo de Romina, con su otra mano toma el cuchillo de la cama y se lo clava en el antebrazo derecho, el que ella previamente, había levantado tomando una posición de defensa instintiva para proteger su cabeza. Segundos antes, cuando vio a su oponente tomar el cuchillo, apartó a Matías para liberar la mano que no estaba apresada por Roberto, dejándola libre para efectuar este movimiento defensivo que sin dudas, le salvó la vida.
Con una patada a la zona genital, Romina logra que Roberto deje libre su mano izquierda; con otro certero y mortal golpe a la tráquea, el hombre cae sin vida a sus pies. Romina abraza a su pequeño sobrino y luego de unos segundos, saca el celular y avisa al 911 lo ocurrido.
De forma poco creíble, a pesar de los hechos aberrantes cometidos por Roberto Molina y los antecedentes de violencia y agresión que pesaban sobre él, Romina fue llevada a juicio y tuvo que justificar ante la Ley, que la muerte de este asesino fue un acto que realizó en defensa propia y de su pequeño sobrino.
Para la justicia, se trataba de un caso muy representativo, que podría crear antecedentes en futuros casos similares; cómo permitir que una mujer mate a golpes a un hombre?
El patriarcado se vio amenazado, pero Romina recibió el apoyo incondicional de mucha gente, no solo de movimientos feministas y personas de su mismo sexo, también muchos hombres de bien se sumaron a la lucha por que se hiciera justicia y Romina fuera absuelta.
Luego de muchas deliberaciones, idas y vueltas, varias marchas de apoyo popular y presiones de todo tipo, luego de 3 meses de deliberaciones, las autoridades cerraron el caso y lo tipificaron como defensa propia, dando la razón y dejando libre a Romina, quien además, al poco tiempo, obtuvo la custodia total de su sobrino Matías.
3 meses después, época actual…
Los 2 hombre continuaban su camino tambaleantes por sus excesos, cuando de repente, al llegar a una esquina, la silueta que los venía siguiendo desde hacía varias cuadras y de la que ellos no se habían percatado; apuró su paso y se paró desafiante frente a ellos. Algo asombrados, pero sin preocupaciones debido al estado que llevaban, uno preguntó - Quién carajo es esta mina?...
- Yo que sé… - Contestó el otro - Por lo buena que está, se parece a la perra de mi mujer... - Dijo burlándose.
La chica toda vestida de negro, con una especie de pasamontañas que le cubría casi todo el rostro, dejando solo a la vista sus hermosos ojos azules, contestó - No soy la perra de tu mujer, porque ella está internada por la golpiza que vos le diste…
La extraña chica le aplicó una patada en el hígado que lo dobló instantáneamente, cayendo de rodillas ante ella. El otro hombre, a pesar de su estado, intentó reaccionar y defender a su amigo, pero una patada circular a la cabeza lo tiró lejos, dejándolo sin sentido.
Se acercó al que aún permanecía consciente, de rodillas tomándose la zona del hígado y le advirtió - Ahora vas a probar lo que se siente ser golpeado… - Levantó su pierna recta por encima del él, casi hasta ponerla perpendicular al piso, y la bajó directamente sobre la cabeza del hombre, dando de lleno su talón sobre el cráneo del infeliz. Como si lo hubiese golpeado un martillo, un sonido de huesos rotos se sintió en el silencio de la noche.
La misteriosa mujer se acercó al otro individuo que parecía reaccionar lentamente de su golpe; lo tomó del cuello y le advirtió - Si sobrevive, avisále a tu amigo que de ahora en adelante, ninguna mujer va a dejarse maltratar por basuras como ustedes… - Le dio un golpe de puño directo al mentón y lo noqueó instantáneamente.
Las sirenas se sentían cada vez mas cercanas, dejó presurosa el lugar perdiéndose en la penumbra de la noche; ella sabía que estaba siendo monitoreada por las cámaras de vigilancia policial, pero también sabía que tenía tiempo suficiente para hacerse cargo de lo que las autoridades eran incapaces de hacer por las mujeres que sufrían violencia de género, evitar mas muertes y ajusticiar a los culpables - (Yo me voy a encargar de eso, te lo prometo hermana...) – Pensó mientras se alejaba.
FIN